Inició sus actividades políticas con O'Donnell, en el seno de la Unión Liberal. Participó en la Vicalvarada (1854), y redactó el llamado Manifiesto de Manzanares; (exigía reformas políticas y unas Cortes Constituyentes para hacer posible una auténtica «regeneración liberal». El 7 de julio de 1854 el General en Jefe del Ejército Constitucional Leopoldo O'Donnell, se pronuncia contra el Gobierno en las cercanías de Madrid (Vicalvarada). La politización del levantamiento se logra a través de un Manifiesto, redactado desde Manzanares por el joven Antonio Cánovas del Castillo, futuro artífice de la restauración borbónica. El Manifiesto es una llamada a los españoles, en el cual se pide la continuidad del Trono, mejorar la ley electoral y la de imprenta, y rebajar los impuestos). Durante el bienio progresista 1854 - 1856, fue secretario de estado y diputado centrista. Durante el quinquenio de gobierno de la Unión Liberal fue nombrado subsecretario de gobernación, 1860, y se opuso a la campaña de África. Fue ministro de gobernación en el gabinete Mon, 1864, (Alejandro Mon y Menéndez) y de Ultramar en el penúltimo gobierno de O'Donnell, 1865. Apartado de la Unión Liberal, intervino en las Cortes Constituyentes de 1869, mostrandose opuesto a las leyes de libertad religiosa y a la restauración monarquica asentada en la soberanía popular. Jefe del Alfonsinismo, gestionó la abdicación de Isabel II en su hijo Alfonso, 25 de junio de 1870, y se destacó como partidario de la restauración monárquica por medio de la presión de las masas populares, ganandose al ejército, la aristocracia y amplos sectores de la opinión pública. Después del levantamiento de Martinez Campos en Sagunto, el 29 de diciembre de 1874, Cánovas presidió el gabinete de la regencia que detentó el poder hasta la proclamación del rey Alfonso XII. Formó nuevo Ministerio en diciembre de 1875 y presidió las primeras elecciones. En mayo de 1876 hizo aprobar por el Congreso la nueva Constitución, que oficializó el sistema de gobierno canovista, caracteristico de la Restauración; el Rey poseía, junto a las Cortes, la facultad legisladora, y el principio monárquico pasaba a ser consustancial, con el concepto mismo de nación; el sufragio universal quedaba reducido al voto censitario de una aristocrácia "minoría con valores", con lo que se ligaba el sentido de la propiedad, con la suerte de la Corona. |
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Estatua en memoria a Cánovas, en la Avd. de Cánovas del Castillo en Málaga. Málaga a Cánovas en 1975. Plaza de Torrijos. |
A partir de entonces Cánovas se centró en la consolidación política del régimen, e intentó asimilar los mecanismos de la Restauración, a los antiguos revolucionarios de 1868: integró a Pidal, a Alfonso Martínez, a los generales Serrano y López Domínguez, e incluso a Sagasta. trás el breve paréntesis del Gobierno de Martínez Campos, 1879, a finales de éste año volvió a formar un gabinete que gobernó hasta febrero de 1881, cuando Sagasta accedió al poder, en un momento en que aparecieron nuevas fuerzas sociales, como el Partido Socialista Obrero Español, la Institución Libre de Enseñanza y la Asociación Militar Republicana. En enero de 1884, Cánovas volvió a formar Gobierno y se mostró intransigente ante el anarquismo y los oficiales sublevados en Santa Coloma de Farnés. Al Morir el Rey en noviembre de 1885, presentó su dimisión y Sagasta formó de nuevo Gabiente de Regencia, mientras Cánovas, desde la opsición, iba perdiendo popularidad, y era abucheado por las masas en Zaragoza, Sevilla y Madrid. Volvió a ocuparse del Gobierno en julio de 1890, pero tuvo que dimitir a finales de 1892. Tras acusaciones de corrupción del Ayto. de Madrid. Estuvo en la oposición hasta marzo de 1895, fecha en la que se encargó de formar el Gobierno que tendría que hacer frente a una grave crisis económica, acentuada por la rebelión antillana y a la evidente degeneración y descomposición del partido conservador. |
La implacable actitud del Gobierno frente al terrorismo y la creciente rebeldía de los hombres de Ultramar, motivaron a la larga, el enfrentamiento en guerra con los estadounidenses e, indirectamente, la muerte misma de Cánovas, el 9 de agosto de 1897 en el balneario guipuzcoano de Santa Agueda, a manos de un anarquista. La crisis del régimen por él instaurado se acentuó tras su asesinato. Junto al reconocimiento de sus éxitos, la figura de Cánovas ha estado siempre unida a una fuerte discusión, historiográfica y política. La España de Cánovas como tantos otros países europeos en fechas semejantes, vivía la contradicción de ensayar un sistema liberal-parlamentario, exigido por los sectores más dinámicos y urbanos, en una sociedad todavía subdesarrollada, con gran peso del agricultura y con altísimos niveles de analfabetismo. El precio a pagar para conseguir estabilidad y alternancia fue el estableciemiento del sistema político al margen del electorado, que carecía de la formación e independencia necesarias. |
Cánovas el Político. Para ser hombre de estado hay que ser político y no un político cualquiera. Menudo, desgarbado, cargado de hombros, miope, estrábico, manojo de gestos nerviosos, incapaz de estarse quieto un instante, y por si fuera poco desaliñado en el vestir, resultaba dificil de soportar por mucha gente entre ellos la Reina Isabel II que una vez comentó a O'Donnell; "Hombre, por Dios, quítalo, que no lo puedo soportar". Y sien embargo, Cánovas, inteligente como él solo, nada hizo por corregir esos defectos. Quizá supo entender que, mejor que defenderse contra sus puntos flacos, era preferible, sin esfuerzos inútiles por cambiar su talante, atacar por donde tenía una indiscutible superioridad. Su capacidad de persuadir le hizo ganar casi todas las batallas, parlamentarias o fuera del parlamento. Conocía sus armas y sabía usarlas, aunque la primera impresión que producía no era precisamente buena, acababa suscitando respecto y admiración. A la larga, salía ganando. Como a la larga, después de unos comienzos no particularmente brillantes, acabaría triunfando en la política, como, por lo que parece, hubiera triunfado en la cátedra universitaria, en el ejercicio forense o en el discurso filosófico. La agilidad mental de Cánovas hizo célebres sus ocurrencias y chascarrillos, con frecuencia mordaces. Supo por contra ser respetuoso y comprensivo hacia la actitud de los demás le exigía. |
Todo parece indicar que Cánovas optó por un partido de centro con plena consciencia de que tal opción estaba de acuerdo con sus simpatías ideológicas, aunque su entrada en la vida política estuviese determinada por hechos tan casuales como su colaboración con Pacheco o con O'Donnell. La génesis de la Unión Liberal, el partido que acabaría terciando con actitud conciliadora entre moderados y progresistas, fue lenta. La Unión Liberal nació como partido de centro, pero además con un talante dialogador que por desgracia no iba a durar mucho. Cánovas era por naturaleza enemigo de los extremos o de las posturas inconciliables. Gustaba del arbitraje, de su doctrinarismo, de la "doctrina de justo medio", de Alberto Lista, como solución a las contiendas fraticidas que despedazaban a España, como una tercera vía entre el carlismo y la exaltación liberal. La Restauración se caraterizó por el equilibrio dinámico, que no rechazaba ni la derecha ni la izquierda, sino por contra las necesitaba. Llegar siempre a "transacciones honorables". La existencia de dos tendencias contrapuestas es la esencia misma del régimen de la Restauración. Cuando Alonso Martínez pretendió fundar un partido intermedio entre el de Cánovas y Sagasta, éste fue asimilado por ellos. La Restauración no se montaría sobre un partido, sino un régimen. |
Junto al reconocimiento de sus éxitos, la figura de Cánovas ha estado siempre unida a una fuerte discusión, sobre los aspectos de su obra de gobierno. Ideologías Políticas época de Cánovas y sus directrices básicas.(1843 - 1897). |
Absolutistas |
Liberales |
Liberales Exaltados |
Liberales Moderados ó Doctrinarios |
Fuera del sistema |
BIBLIOGRAFÍA: Antonio Cánovas del Castillo. El sistema político de la Restauración de Javier Tussel y Florentino Portero. ISBN 84-7030-598-0. Editorial Biblioteca Nueva. Javier Tusell, 1946 - 2005, fue catedrático de historia contemporánea en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y uno de los intelectuales más activos de la España postfranquista. Autor de más de setenta libros, obtuvo algunos de los galardones más importantes que se otorgan en España, como los Nacionales de Ensayo e Historia, el Espejo de España, el Espasa Calpe de Ensayo, el Comillas de Biografía, el Jovellanos de Ensayo, el Godó de Periodismo y el Blanquerna, otorgado por la Generalitat de Catalunya.