El emirato o reino de Granada fue el último espacio político de Al-Andalus desde su formación, entre 1232 y 1246 hasta su conquista e integración en la Corona de Castilla entre 1482 y 1492. Pese a que hubo relaciones económicas e influencias culturales entre ambas partes la confrontación fué el estado más frecuente
El punto que aquí nos incumbe, relacionado con el cambio en el estatus de Málaga como enclave árabe a ciudad ya perteneciente a la Corona de Castilla y punto de comienzo de lo que en un futuro sería España, se ciñe al conflicto conocido como guerra de Granada, 1482 - 1491. Independientemente del asedio casi final que hubo en Málaga, se sucedieron con anterioridad una serie de hechos relacionados dignos de tener en cuenta que resumimos a continuación, para mejor perspectiva.
En 1350 la Batalla del Estrecho donde el Reino de Granada con apóyos exteriores, en concreto de los Meriníes de Fez, con saldo negativo para el emirato Nazarí; la perdida de bastantes castillos y franjas de territorio de alto valor estratégico, por lo que la capacidad de militar del Reino Nazarí de Granada se limitó a contraataques locales en la frontera a veces con notable éxito pero que no modificaron la relación general de las fuerzas.
Los Reyes castellanos pudieron utilizar para sus fines la crisis política que debilitaba a la disnastía Nazarí y dividía a la aristocrácia granadina en bandos enfrentados al menos desde que en 1419 Muhammad IX se hizo con el poder por primera vez, apoyado por el partído de los abencerrajes, desplazando a su sobrino Muhammad VIII y a sus seguidores. Después de la muerte de Muhammad IX en 1453 se produjo un efímero reinado de Muhammad X, por pugnas internas que continuaron con el emir Sa'd y su hijo Abu'-L-Hasan que supieron mantenerse en el poder unas veces apoyados por los abencerrajes y otras enfrentados a él. Tanto Muhammad IX como Abu'-L-Hasan basaron su prestigio en la actitud hostil hacia Castilla. Entre 1464 y 1481, no hubo un año en que el Emir no organizara algaradas, escalos de castillos y otras acciones a las que respondían los fronterizos andaluces y murcianos lo mejor que podían. Eran luchas anárquicas, sujetas a iniciativas personales, busquedas de botín en especial ganado. En aquellos años los granadinos asltaron La Higuera de Martos 1471, Villacarrillo y Cieza 1477. así pues como golpe de efecto Don Rodrigo encabezó la expedición que tomó Alhama en 1482, donde Abu'-L-Hasan intentó recuperar sin éxito entrando en el episodio que nos concierne como Guerra de Granada. La pérdida de Alhama minaba el prestigio de Abu'-L-Hasan, que a pesar de sus esfuerzos militares estuvo dispuesto a entregar Zahara, todos los cristianos cautivos que había en Granada y 30.000 doblas para recuperarla, lo que da una idea del valor que atribuia a la plaza.
En aquellas circunstancias, el bando de los abencerrajes intentó otro golpe político con éxito, al liberar de su autividad en la Alhambra a su hijo Muhammad XI, Boabdil, y proclamarlo emir. Boabdil entró poco después en Granada, mientras su padre y su tío Muhammad El Zagal se refugiaban en Málaga. Esa lucha interna, en todo caso, no debilitó la que los granadinos mantenian contra sus enemigos porque ambos bandos necesitaban afirmar su prestigio con victorias.
En la primavera de 1483 en la Axarquia,(lomas de Málaga), el marqués de Cadiz y el mestre Santiago, participaron con 3.000 jinetes y 1.000 soldados de a pie con desastroso resultado al ser atacados por las tropas de Abu'-L-Hasan que dieron muerte a unos 800 y 1.500 cautivos de entre ellos muchos hombres principales. Deseoso de emular a su padre y rival, Boabdil dirigió una cabalgada con 700 de a caballo y 9.000 de a pie un mes después contra Lucena, siendo sorprendido y derrotado el 21 de abril, muertos casi todos y preso él mismo por el conde Cabra. Aquí se produjo un punto de inflexión, ya que Fernando el Católico comprendió que era mejor devolverle la libertad después de firmar con él y los suyos una tregua, permitiendole volver a Granada de tal manera que la guerra se limitara a sostener Alhama y a hostigar a Abu'-L-Hasan y sus partidarios.
La situación de El Zagal en la Alhambra era muy apurada. Contaba con la fidelidad de los jefes militares de Guadix, Baza, Salobreña, Almuñecar y Almería y con la guarnición de Gomeres norte-africanos al mando de Hamet el Zegrí instalados en la fortaleza de Gibralfaro en Málaga. La plaza de Vélez capituló el día 27 y su alcaide entregó a los cautivos cristianos y los habitantes musulmanes de Vélez la abandonaron libremente con sus bienes el 3 de mayo. El Zagal no se atrevió a volver a Granada y marchó a Almería y así Boabdil pudo facilmente hacerse con el control de la ciudad y la Alhambra a finales de abril y proponer inmediatamente a los Reyes Católicos un acuerdo que consolidaba el de 1486, con los siguientes puntos dentro del pacto; Boabdil entregaría Granada y sus fortalezas cuando fuera posible a cambio del señotio con titulo nobiliario de Guadix, el Cenete, Baza y su Hoya, los dos Vélez, Mojácar, Vera, Val de Purchena, los lugares del río Almanzora y los distritos de Tahas de Ugíjar y Marjena, en la Alpujarra, excepto lugares más costeros, más otras cinco Tahas para distintos colaboradores del emir y ambas partes se comprometían a luchar contra El Zagal, mientras tanto Boabdil sería para los Reyes Católicos el Rey de Granada. Éste traado venía a perfilar una situación algo confusa en la que sobresale la voluntad castellana de dominar políticamente todo el emirato y luchar contra El Zagal y el desdeo de Boabdil de obtener un extenso señorío para si mismo como gran noble castellano como trueque de un título de emir al que renunciaba sin resistencia. Así en Mayo de 1487 El Zagal se retiró a Almería y puso en estado de defensa a todo el éste del país. Málaga, padecía las consecuencias del reciente pacto con Boabdil y ante una osible evacuación de la plaza, Hammet el Zegrí pudo hacerse con el control de la alcazaba, las murallas y demás puntos fortificados, tomando el cargo de defender la plaza con obligacíon y empeño de llegar a la muerte si fuera necesario. Además de los gomeres norte-africanos contaba con la fidelidad total de algunos judaizantes huidos de Sevilla, de helches o renegados, antiguos crsitianos y de monfíes, (bandoleros) que habían huído de la Serranía de Ronda.
De todas maneras la defensa estática del territorio era el punto fuerte de los recursos militares granadinos, como lo demuestra que después de la conquista, los castellanos mantuvieran en uso todavía entre 80 y 100 fortalezas, que se apoyaban en las posibilidades ofrecidas por el relieve, permitieron una buena defensa de ésta hasta que los castellanos contaron con un uso masivo de la artillería.
En lo que se refiere a la costa y/o frontera marítima, los emires no tuvieron medios suficientes, ni contaban con flotas adecuadas. En Málaga, Almería y Almuñecar se construian Fustas, Galeotas, Jabeques y otras embarcaciones. Castilla tampoco estaba suficientemente dotada a éste respecto, por lo que después de las luchas por el control del paso del estrecho entre 1275 y 1350 las guerras de conquista se basaron casi siempre en operciones en tierra
El primer escalón tanto en defensa como de ataque era la organización de las zonas fronterizas. Del lado granadino había división zonal; puesto que Ronda, Málaga y Almería, así como Guadix y Baza tenian; tropas, Cabeceras y Caudillos propios. Y por supuesto en Granada el emir disponia de sus tropas de Casa. La división en zonas tambien se daba en el lado castellano, respetando en general, los grandes ámbitos marcados por las áreas del estrecho; Cádiz, Jerez, Arcos, y las correspondientes a Sevilla, Écija, Córdoba, Jaén y Murcia. en cada una de ellas había una o más ciudades base, varias villas con castillo más próximas a la frontera y castillos de primera línea, atalayas y torres para asegurar la vigilancia, dar aviso de los ataques y ofrecer la primera resistencia o réplica. Los escalos o asaltos a castillos y las cabalgadas o algaradas menudeaban durante las guerras abiertas, aunque las operaciones más importantes una vez que el ejército entraba en territorio enemigo, eran las talas, los asedios y las escaramuzas, pudiendo llegar a batalla campal. La tala y el cerco eran las operaciones principales por sus efectos. En ellas el ejército operaba en formaciones y se instalaba en campamentos o reales a veces de larga duración. Éstas, de manera repetida, por ejemplo en la vega de Granada, causaban gran destrozo y daño por arrasar cosechas huertas y arboledas, en perjuicio de la producción agraria necesaria para subsistir.
Pero fue la nueva artillería el arma que decidió las campañas principales de la guerra; se utilizó contra fortificaciones que se habian pensado para una guerra de lanzas y escudos. Entre ellas podemos mencionar; el ribadoquin, cañón de 40 mm. de aproximadamente 2 metros de longitud. La caña de bombarda de 155 mm. y como armas de mano la espingarda española de miguelete, o la espingarda simple, culebrina de mano, etc.
En todo caso, Málaga, pasó a una situación de obstinada defensa que haría necesaria la intervención militar, así teniendo en cuenta las dimensiones y la población de Málaga, no sería cosa facil.
El asedio de Málaga entre mayo y agosto de 1487 tuvo caracteres numantinos. La defensa de los malagueños fue tan cerrada que sus sitiadore se vieron obligados a desarrollar un esfuerzo y un tenacidad nunca vistos. Los procedimientos con que los Reyes Católicos venian haciendo la guerra tuvieron que cambiar. Cambió en primer lugar la estrategia de asedio que por primera vez se aplicaba a una ciudad muy grande, dotada de puerto y de artillería capaz de alcanzar los campamentos de los sitiadores. Cambió, tambien, por primera vez, la guerra basada en campañas cortas que no alteraban al equilibrio de los ritmos de la vida agraria ni endeudadan excesivamente a la hacienda regia. Se produjeron problemas en los abastecimientos, problemas de pagos y renovación de los combatientes, el armamento. Los Reyes hicieron frente a todas estas dificultades en medio de una lucha tenez que no tenía precedentes.
Ante Málaga se podría haber producido un gran fracaso si los sitiados hubieran tenido reservas de víveres para llegar al otoño. Se sucedieron tres meses y medio de terribles combates en todo el perímetro del cerco, de bombardeos sobre la plaza y sus fortificaciones, e incluso de intentos de minar la muralla, pero tambien de conatos ocultos de de negociacióny de presencia de la Reina Isabel en el Real (campamento militar), como muestra de proseguir el cerco hasta el final. En realidad Fernando de Aragón estaba más centrado en sus politicas de control sobre Cerdeña, pero la Reina Isabel ante el peligroso auge que estaban teniendo los Turcos en toda la zona del mediterraneo se opuso a dejar más tiempo a la conquista de la plaza de Málaga.
Finalmente el pendón de Castilla ondeó sobre Gibralfaro y la alcazaba el 18 de agosto de 1487, cuando se impusieron el hambre extrema y los partidarios de la negociación, los mismos mercaderes dirigentes de la ciudad hasta mayo, sobre la voluntad de resistencia de Hammet el Zegrí y el fanatismo religioso del "moro loco o moro santo". De Málaga salieron unos seiscientos cautivos cristianos hambrientos, flacos y amarillos, todos ellos con grilletes en los pies. Pero los malagueños que quedaron no lo debieron pasar mejor ya que les llegó la hora de su cautiverio con lo que los reyes pensaban hacer escarmiento, ya que la extremada resistencia y falta de capitulación concluyó con al menos el cautiverio de 11.000 personas. Lo cierto es que los malagueños habían dado un respiro a El Zagal, refugiado en Almería. De todos modos la Guerra de Granada, se prolongó cuatro años más, no debiendose a la capacidad de los granadinos sino a la sinuosa política de sus dirigentes y a las limitaciones de la tecnica militar de los castellanos, enfrentados a largas campañas que hacían imposible la repetición del esfuerzo al año siguiente: Málaga 1487 y Baza en 1489 explican por si solas la escasa actividad bélica de los años 1488 a 1490. Quienes salieron mejor parados fueron las autoridades y notables musulmanes en todos los tipos de capitulación que se produjeron a éste punto. Asi a finales de 1489 El Zagal recibió en señorio las Tahas alpujarreñas de Andarax, Lecrín, Órgiva y Lanjarón, donde ningun cristiano podía entrar sin su permiso. El disfrute de la mitad de las rentas de las salinas de LA Malahá, un capital liquido de 20.000 castellanos de oro, (25.866 ducados), un precio de rescate por todos los cautivos cristianos que tenía, seguridad que sus bienes y los de sus familiares de la ciudad de Granada serían respetados y francos de impuestos, permiso para conservar él y los suyos, caballos y armas blancas. De todos modos unos meses después El Zagal aprovechó una oferta de 30.000 castellanos de oro por las Tahas y la s salinas más paso gratuito en buenos navíos para él y los suyos al norte de África.
Éstas capitulaciones tuvieron una vigencia más bien breve puesto que entre diciembre de 1499 y febrero de 1502 los hechos ocurridos produjeron su desaparición asi como la del Islam granadino, al menos legalmente. La presión ejercida por los conquistadores andaluces, casi siempre sobre los vencidos granadinos, manifestaba el afán de recibir y colonizar tierras, las tendencias politicas de la época hacian resaltar los factores antgonicos entre las dos culturas y planteaban la solución mediante la expulsión o la absorción del grupo más debil.
La política expansionista de los Reyes Católicos también se manifestó en el África continental: Con el objetivo de acabar con la piratería que amenazaba las costas andaluzas y las comunicaciones mercantes catalanas y valencianas, se realizaron campañas en el norte de África: Melilla fue tomada en 1497, Villa Cisneros en 1502, Mazalquivir en 1505, el Peñón de Vélez de la Gomera en 1508, Orán en 1509, Argel y Bugía en 1510 y Trípoli en 1511. La idea de Isabel I, manifiesta en su testamento, era que la reconquista habría de seguir por el norte de África, en lo que los romanos llamaron Nova Hispania.
Bibliografia. La Guerra de Granada - Miguel Angel Ladero Quesada - ISBN 978-84-7807-295-8.
Doctor D. Miguel Ángel Ladero Quesada. Nació en Valladolid en 1943. Licenciado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid, donde también se doctoró. Ladero, que en 1970, a sus 27 años de edad, obtuvo una plaza de profesor agregado de la Edad Media Universal y de España en la Universidad de La Laguna, accedió un año más tarde a la categoría de catedrático numerario con idéntica titulación y destino. En 1974 se trasladó a la Universidad de Sevilla y poco después a la Complutense, donde hoy continúa con su magisterio. Miguel Ángel Ladero ha dirigido una treintena de tesis doctorales, de las cuales las dos primeras fueron realizadas aquí. Todas han merecido la máxima calificación y abarcan los más diversos temas del medievalismo hispánico. A su amplia participación en tribunales de tesis, premios científicos y plazas docentes o de investigación en España y en el extranjero se suma su larga trayectoria investigadora, con dos centenares y medio de obras publicadas en diversas editoriales europeas y americanas, sin contar el más de un centenar de reseñas y notas críticas sobre libros, prólogos, artículos de prensa y otras publicaciones menores. Las mencionadas obras han permitido grandes avances en el conocimiento de la fiscalidad, la historia política, las minorías confesionales, la historia regional y otros muchos aspectos de los reinos hispánicos en la Baja Edad Media. Dentro de ellos, su primer foco fue la conquista y repoblación del reino de Granada, asunto al que dedicó su tesis doctoral, según expone Eduardo Aznar en su laudatio. Miguel Ángel Ladero dirigió más tarde su investigación a una de las cuestiones que le ha otorgado reconocimiento mundial, la hacienda y la fiscalidad. La Hacienda en el siglo XV, El siglo XV en Castilla. Fuentes de renta y política fiscal y Fiscalidad y poder real en Castilla, son algunas de sus obras más conocidas.