Roma II (prehistoria y arqueologia)

El conocimiento de la R. antigua nos llega por numerosas fuentes escritas, alguna tan valiosa como el Catálogo de las catorce regiones de Roma, o la epigrafía (res gestae divi Augusti, base Capitolina, tubos de plomo con inscripción), monedas, relieves y verdaderos planos, como la forma urbis Severianae, que se disponía en placas marmóreas en el foro de la paz; los numerosos hallazgos arqueológicos completan las noticias, e incluso hay muchos casos de supervivencia de monumentos in situ o de conservación de viejas estructuras urbanas, como la plaza Navona sobre el antiguo estadio de Domiciano. Con tantas noticias, la topografía de R. puede ser minuciosamente rehecha y estudiarse el proceso de su formación. Los más antiguos hallazgos se remontan a la Edad del Bronce, hacia la mitad del II milenio a. C.; desde principios de la 1 Edad del Hierro, en el s. x a. C., hay una ocupación continua del Palatino y del valle del foro, con una etapa preurbana del 800 al 575 a. C. constituida por fondos de cabaña, a los que podrían referirse las tradiciones de la Roma quadrata y del Septimonlium, así como el establecimiento de tribus sabinas sobre el Quirinal, constituyéndose así una ciudad latino-sabina, con los primeros templos y casas. El dato seguro más antiguo es del 509 a. C., año de la terminación del Capitolio ésta sería la gran R. de los Tarquinios, dinastas etruscos que desarrollarían la administración y los monumentos; a Servio Tulio se le atribuye la división de R. en cuatro regiones. En el 390 a. C. se produce la destrucción por los galos y ya sigue la historia segura, muy distinta de las narraciones del tipo de Rómulo y Remo .

Descripción de la Roma clásica. Construidos los grandes muros de Grotlaoscura, que nos dan el perímetro de la ciudad del s. IV a lo largo de 11,5 Km., englobando el Palatino, Capitolio, Ouirinal, Viminal, Esquilino, Celio y Aventino y constituyendo así el pomerium, límite entre la ciudad y la campiña, que fue luego ampliado por Sila, Claudio, Vespasiano y Adriano; contenía 37 puertas y encerraba un espacio ciudadano de 350,5 Ha. A pesar de esta gran extensión y excepto algunos templos y edificios públicos, R. debía de ser una ciudad sin pretert· siones de monumentalidad ni plan urbanístico, que sólo en el s. 11 a. C., tras las conquistas en Oriente, comenzó a adornarse con basílicas, pórticos y templos; los proyec­tos se multiplicaron con los Graco, Sila, Pompeyo y, sobre todo, César (v.), a quien se atribuye un plan de urbt augenda (ampliación de la ciudad). Las mayores realizaciones de época republicana son el complejo de templos de plaza Argentina y del foro Holitorio, así como el de planta circular del foro boario (el más antiguo templo de mármol en R., de ca. el 100 a. C.). En el s. I conoce un gran plan monumental, incluso en las casas privadas (p. ej., casa de los Grifos, en el Palatino). El punto central de la ciudad fue el Foro (v.), desde los primeros tiempos, con el Lapis niger en la supuesta tumba de Rómulo; pavimentos de travertino, el umbilicus o centro del mundo romano y las tribunas de arengas adornadas con las rostra de las proas de naves ganadas al enemigo.

Augusto (v.) prosiguió la obra de embellecimiento, quien se alabó de haber encontrado una ciudad de ladrillo y dejar una de mármol; alzó monumentos en el Campo de Marte y en el Esquilino, construyó su Foro (v.), aunque gran parte de R. fuera tan pobre que a Estrabón le pareció un villorrio; poco a poco, barrios pobres se convirtieron en señoriales, como el Palatino, el Ouirinal y el Aventino. En tiempo de Nerón (v.), la ciudad sufrió el terrible incendio del 64; las disposiciones urbanísticas tendieron a evitar dichas catástrofes en el futuro, con obligatorias calles an­chas y porticada s y la construcción de la Domus ALma. De nuevo hubo un gran incendio en el SO, que provocó nuevas medidas urbanísticas por parte de Domiciano (v.) y, en mayor o menor medida, de Adriano (v.) y Septimio Severo. La última actividad edilicia se debe a Diocleciano (v.), Majencio y Constantino (v.), los cuales cierran la época brillante de R. a la que dan fin las invasiones del 410 y del 455, sin poderlo impedir la sana política de Teodorico (v.). Organización jurídica de la ciudad de Roma. De de el punto de vista jurídico, se distinguía la urbs, dentro de los muros, y «Roma», que comprendía la totalidad de los barrios, aparte de la línea sagrada determinada por las viejas murallas (pomerium) y que significaba el límite del ejercicio del imperium. La primera estructura de R. se atribuye a Servio Tulio, que creó cuatro regiones (Palatina, Suburana, Colina y Esquilina), base para la repartición del pueblo en tribus; Augusto, en el 7 a. C., romanizó 14 regiones que más tarde se dividieron en vicos, con su correspondiente número, que comprendían una cantidad de manzanas (insulae). También fue muy antigua la distinción en montes y pagi (de ahí los nombres de montanos y paganos).

La administración se confió, durante la República, a censores, ediles y otros funcionarios para misiones concretas. En el Imperio, cada región fue gobernada por un magistrado o su curator, aparte de funciones específicas como el servicio de incendios (vigi­les), las obras públicas, las riberas y el cauce del Tíber, red de alcantarillado, aguas, estatuas o vías plÍblicas (v. MAGISTRATURAS ROMANAS). Restos arqueológicos en la Roma actual. De las antiguas 14 regiones, quedan en la R. moderna numerosos monumentos en pie, aparte de los restos conservados en los museos y colecciones, a veces agrupados en núcleos tan importantes como el Campidoglio, centro religioso de la ciudad antigua, con las estatuas colosales de los Dióscuros o la ecuestre, en bronce, de Marco Aurelio; o como el Palatino con los Foros, centro político y social, con templos, basílicas, curias y tiendas. El primero data del s. VI a. C. y, agrandado por César, fue muy ampliado durante el Imperio; hoy quedan las trazas de la basílica Emilia (179 a. C.), la curia de César y Diocleciano, el soberbio arco de Septimio Severo, de tres puertas, las columnas y entablamento del templo de Saturno, donde estaba el erario; la basílica Julia, los rostra o tribunas de las arengas, la columna de Focas (608) y el templo del divino Julio, con los cimientos de su arco triunfal; hacia el sur las tres columnas con arquitrabe del templo de Cástor y Pólux (484 a. C.), uno de los más bellos de R.; la biblioteca del templo de Augusto, transformada en el s. VI en la iglesia de S. María la Antigua (v. VI); el templo de las Vestales; el templo de Antonino y Faustina transformado en el s. XI en la iglesia de S. Lorenzo-in­Miranda, el de Rómulo (s. IV), la imponente basílica de Constantino y, cerrando la vía Sacra, el arco de Tito (18) con soberbios relieves. Desde aquí puede ascenderse al Palatino, cuna de la antigua R., con el templo de Cibeles, la casa de Livia con importantes frescos, el palacio de los Flavios, la casa de Augusto y el estadio de Domiciano. Los foros imperiales fueron construidos por César, Augusto, Vespasiano, Domiciano y Trajano; este último se halla presidido por la columna Trajana, con los relieves del triunfo sobre los dacios, de 42 m. de altura; al fondo se alza el anfiteatro Flavio o Coliseo, el más grandioso monumento de la R. antigua, construido entre el 72 y el 82 (v. ANFITEATRO). Junto a él, el arco de Constantino (315) conmemora la victoria sobre Majencio en Saxa Rubra (cerca del puente Milvio), con relieves de dicha época y de la de Trajano.

Aparte de estos núcleos, las inmensas termas de Diocleciano (306) contienen el Museo Nacional romano; en el Quirinal, las estatuas colosales de los Dióscuros, procedentes de las termas de Constan tino, copia romana de originales griegos del s. v o IV a. C.; en la plaza Colonna, la columna de Marco Aurelio con relieves alusivos a las victorias sobre germanos y sármatas; importante es el mausoleo de Augusto (28 a. C.), que sirvió de tumba a Augusto, Tiberio, Claudio y Nerva, y el Ara Pacis Augustae (13 a. C.), altar con cierre de mármol adornado con bajorrelieves con temas alegóricos, míticos y de cortejo de los miembros de la casa imperial, que son de lo más importante de la escultura romana. Otro monumento impresionante es el Panteón de Agripa (25 a. C.), reconstruido totalmente por Adriano tras un incendio y luego fundidos sus bronces por orden de Urbano VIII para labrar las columnas del baldaquino de S. Pedro, siendo ya iglesia de S. María de los Mártires; tiene un pronaos de 16 columnas y planta redonda con imponente cúpula de 43 m. de altura. La actual plaza Navona conserva la forma del circo Agonale o estadio de Domiciano. Otro núcleo de monu­mentos es el formado por el pórtico de Octavia (en gran parte del 23), que sirve de atrio a la iglesuela del S. Ángel in Pescheria, el teatro de Marcelo, dedicado por Augusto al hijo de su hermana Octavia y, llegando al Tíber, el puente Cabricio (64 a. C.). Otro grupo de edificios romanos es el del foro boario, con el templo de la Fortuna Viril, convertido en iglesia en el s. IX, y el mal llamado de Vesta, de planta circular con pórtico de 20 columnas; cerca, sobre el río, el ponte rotto, antiguo Emilio, y el vertedero de la cloaca maxima, que desaguaba los terrenos pantanosos del foro; se completa el conjunto con el arco de J ano Quadrifronte, tal vez de época de Constan tino y que aprovecha monumentos anteriores, y el arco de los Plateros. Del Circo Máximo sólo queda el emplazamiento en los jardines de la valle Marcia; era capaz para 300.000 espectadores. Contigua a la antigua puerta Ostiense, flanqueada por dos torres del recinto de Aureliano, está la pirámide de C. Cestio, en forma de tumba egipcia, que data del 12 a. C. Entre las más impresionantes ruinas de R. se cuentan las termas de Caracalla, iniciadas por Septimio Severo en el 206, inauguradas por su hijo Caracalla en el 217, Y completadas por Heliogábalo y Alejandro Severo, con planta cuadrada de más de 337 m. de lado, aptas para 1.600 bañistas; se conserva buena parte de las salas para el baño frío (frigidarium), tibio (tepidarium) o caliente (caldarium), con imponente mole de ladrillo (v. TERMAS). Importante es la tumba de los Escipiones, descubierta en el s. XVIII bajo una casa del s. 111, con los enterramientos de diversos miembros de la gens Camelia y, cerca, un columbario, catacumbas y la tumba de Pomponio Hylas decorada con estucos y frescos. Cerca está el llamado arco de Druso, antiguo arco del acueducto de las termas de Caracalla, y la puerta de S. Sebastián, antigua porta Appia flanqueada por torres semicilíndricas; aquí se inicia la vía Appia antica.

Junto al Tíber está el castillo de Sant'Angelo, construido como mausoleo de Adriano, terminado por Antonino Pío en el 139, como torre cilíndrica de piedra coronada por un túmulo de tierra plantado de cipreses; se enterraron diversos Emperadores hasta Septimio Severo; fue transformado en la Edad Media para convertirse en la ciudadela de R., destruida en el s. XIV y restaurada por los Papas.

Partiendo de la puerta Pía, en la vía Salaría, se halla el mausoleo de Lucilio (s. 1). En la vía Apia, obra de Apio Claudio el censor, del 312 a. C., que conducía hasta Brindis y Capua, está el grupo más importante de cata­cumbas cristianas (v. CATACUMBAS 11). Más adelante se encuentra el circo de Majencio, dedicado a su hijo Rómulo y construido en el 309, capaz para 18.000 espectadores; el obelisco de la espina central se halla hoy en la plaza Navona; a unos 3 Km. de la puerta de S. Sebastián, la tumba de Cecilia Metela, torre cilíndrica de época de Augusto, y, a partir de aquí, los restos de los acueductos Aqua Marcia y Aqua Claudia y numerosos restos de tumbas, estelas, villas rústicas y otros, entre los que sobresale el casal Rotonda, tumba circular de la época de Augusto. En la vía Ardeatina, casi paralela a la Apia, están las catacumbas de Domitila, abiertas en la antigua tumba de los Flavios y luego de los S. Nereo y AquiJes, sobre la cual se edificó una basílica en el s. IV . En los alrededores de R. hay ruinas muy importantes como las de Ostia, gran ciudad y puerto en la boca del Tíber, con edificios de excelente conservación (plaza de las Corporaciones, termas de Neptuno, Teatro, Mithreo, Capitolio, Foro); las de Tívoli, con la villa Adriana. palacio impresionante, y el templo circular llamado de Vesta o de la Sibila; Palestrina, con su templo de colosales dimensiones, dedicado a la Fortuna; y el lago Nemi, con la reproducción de las naves de Calígula, cuyos originales fueron destruidos en 1944. A parte de estos restos conservados, hay noticias de muchos otros monumentos a través de las fuentes literarias y arqueológicas, incluso su distribución por regiones; así, en la región III estaba la famosa Domus Aurea, de Nerón; los palacios y jardines de la región VI, del Quirinal y el Viminal, como los de Pomponio Atico y la casa de Marcial; el pórtico de Vipsania ROMA II - III Pola, donde había un mapa de todo el mundo conocido, en la región VII. La travesía del Tíber se hacía por nueve puentes; el Milvio es el más antiguo (220 a. C.).

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