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La Edad del Bronce1. Oriente próximo y medio. En la meseta de Irán y sus extensiones por el norte de Siria e Iraq, con la aparición de pueblos sedentarios, agricultores y ganaderos, se explotó muy tempranamente, ya al final del sexto milenio, la metalurgia del cobre. Al norte y en el borde oeste del desierto iraní, se sitúa Sialk, en cuyo nivel 1 (principios del quinto milenio) comienza el trabajo del cobre laminado a martillo, fabricándose agujas y punzones. Sialk I presenta materiales con raíces en Mesopotamia y en Palestina. En las tierras altas y desérticas del norte se formó una reserva humana que acechó intermitentemente a las ricas zonas de los ríos. En Irán se hace común la cremación de los cadáveres, enterrados dentro de los poblados. |
En lraq, la cultura del Tell el-Obeid (final del VI-mediados IV milenio) desarrolló una fuerte economía agrícola de regadío junto con la metalurgia, surgiendo una sociedad compleja, que se extiende por las tierras del sur de Mesopotamia, mientras en el norte surgía la cultura de Halaf (primera mitad del V milenio), influyendq en Tepe Gawra y Arpachiya, donde se encuentran hachas de cobre y otros útiles fundidos. Los templos que implican una organización social perfecta se reducen a una habitación cuadrada con puerta en un ángulo, dos tabiques en el interior y un altar en un nicho. A la cultura de Obeid sucede el periodo de Uruk (3500-3000), con un variado arte cerámico ya a torno muy bien representado en el yacimiento de Eanna, y con la aparición del sello cilíndrico. El periodo de Jemdet-Nasr (3000-2850) se caracteriza por sus cerámicas picudas y con pintura geométrica pobre, por los vasos de piedra y el desarrollo de la metalurgia. La escritura pictográfica. comienza sus balbuceos adaptando el cuneiforme. El templo toma la forma de zigurat y se extiende por toda Mesopotamia. Hacia el 3850 comienza la historia escrita y, en consecuencia, el periodo dinástico sumerio. Las técnicas avanzan con el desarrollo del torno y la rueda.
La escultura monumental se perfecciona de la misma manera que los instrumentos, las armas, los adornos y los vasos de metal, influyendo en las civilizaciones coetáneas de Siria, Anatolia, el Egeo, el Cáucaso, etc. Al final de las primeras dinastías (2500 a. C.) la metalurgia utiliza el remache, la soldadura y el molde de fundir, aleándose el cobre con un 6 a 10% de estaño para la fabricación de objetos de bronce. El oro y la plata se combinan con piedras duras para fabricar ornamentos y vasos pre· ciosos. El asno y los bueyes se utilizan para tiro de los carros y para el arado. Las sociedades organizadas en· cuentran en la guerra el gran medio de expansión a costa de otros pueblos más pobres y menos civilizados, surgiendo ejércitos perfectamente equipados. Es el momento de las tumbas reales de Ur . Varias ciudades-estado, como Eridu, Ur , Erech, Larsa, Kish y Nippur mantienen poderosas dinastías que frecuentemente sucumben ante la invasión de los pueblos guerreros de las montañas colindantes. Se suceden el imperio acadio, la tercera dinastía de Ur, los amoritas, los elamitas, los babilonios, hititas (inventores del hierro), casitas, asirios, neobabilonios, etc. hasta el nacimiento del imperio persa que acabó con Babilonia en el 539 a. C.
En Egipto, las primeras muestras de cobre aparecen ya en el badariense (IV milenio) en forma de cuentas fabricadas directamente del metal en estado nativo. Posteriormente, en el merimdiense del delta del Nilo la metalurgia del bronce se relaciona con la de Palestina y Siria. Al final del predinástico, la cultura de Nakada II, extendida ampliamente y definida en el bajo Egipto como gerzeense (final del IV milenio), adopta la metalurgia del cobre definitivamente, ya conocida en Asia occidental más de 1000 años antes. El cobre se obtenía en el desierto de Sinaí, mientras que el plomo y la plata se importaban de Asia. Con el periodo dinástico la metalurgia del cobre y bronce y otros metales era común, siendo introducido el hierro por los hititas a mediados del II milenio.
En la India surge la metalurgia del cobre en el valle del Ganges en un momento posterior al Irán, existiendo dos CÍrculos principales: el alto Ganges y los valles de Jumna, y, por otra parte, la meseta Ranchi, con extensiones hacia el S, en Orissa. Aunque relacionado con la escuela metalúrgica de. Harappa, el Ganges presenta notables diferencias en sus nachas planas y arpones con dientes propios de pueblos pescadores.
2. Europa: Principios del metal. La metalurgia fue una de las causas principales de la evolución cultural de Occidente. La navegación, iniciada con cierto sistema en el Neolítico, toma incremento en la segunda mitad del III milenio a través de todo el arco norte del Mediterráneo y de las islas. Desde el Egeo en el heládico antiguo (2500-1900 a. C.) afluye una corriente hacia Occidente que se caracteriza por el enterramiento colectivo en sepulcro megalítico, por la metalurgia, por el hábitat en poblados fortificados con casas generalmente redondas. En su trayecto marítimo las islas de Malta y Gozo son, con Sicilia y el sur de Italia, una cabeza de puente hacia el Occidente. Las monumentales construcciones maltesas, a veces subterráneas, de gran complejidad, reconstruidas en varias fases, presentan plantas de tendencia circular como las de Hall Saflieni, Gigantija, Mnandira, Hall Tarxien, Hagar Kim, levantadas con función de templos. Su aparejo es megalítico, con dinteles esculpidos con motivos estilizados y animalísticos.
Entre los materiales muebles destacan las figurillas femeninas de arcilla con marcada esteatopigia representativas de la Diosa Madre. Malta y Gozo se relacionan con Sicilia, sur de Italia y algo menos con Cerdeña y las Baleares. Evans ha distinguido cinco fases en la evolución de los templos malteses que comienzan a finales del III milenio y terminan con la Edad del Hierro. Los enterramientos son hipogeos colectivos, tumbas de pozo, como las de Xembija, y dólmenes. En Sicilia y en las islas eolias se conoce la E. de los metales con más precisión por las estratigrafías, materiales egeos que dieron pauta a los trabajos de L. Bernabé Brea . En Cerdeña faltan estudios sistemáticos. Sus monumentos, de raíz megalítica, en su aislacionismo, evolucionan más o menos hasta la conquista romana. Son típicas las fortalezas llamadas nuragas, consistentes en grandes torres aisladas o rodeadas de edificaciones contiguas con falsa cúpula, de las que se conocen más de 6.000. Los enterramientos colectivos se efectúan en sepulcros de cámara y corredor subterráneos y en cuevas naturales con cerámicas (campaniforme), útiles de piedra y bronce y estatuillas.
Mallorca y Menorca disponen de monumentos megalíticos, divididos en varios tipos. Las cuevas artificiales son sepulcros colectivos, a veces complejos y con abundancia de cámaras, de cronología imprecisa. Las taulas son simples soportes centrales de grandes construcciones circulares. Las navetas son una versión balear del sepulcro megalítico y los talayots son fortalezas complejas. Toda esta cultura provincial, con raíces en el B. 1, prosiguió arcaizante hasta las colonizaciones y la romanización.
La península Ibérica recibe la metalurgia muy tempranamente, formándose diversos grupos megalíticos . En Occidente el megalitismo adoptó estructuras simples, sin que dejen de estar presentes los tholoi, tanto en Huelva y el Algarve como en Reguengos y bocas del Tajo. En realidad, los dólmenes portugueses son consecuencia de una colonización análoga a la de Almería y Guadalquivir, sin que sea posible colocar estos enterramientos en el viejo Neolítico como se viene haciendo.
En Francia penetra el megalitismo por la parte pirenaica y por las bocas del Ródano, donde se desarrollan las galerías cubiertas, y por el Atlántico hacia el valle inferior del Loira y Bretaña. Durante el B. 1 los Círculos culturales franceses son el megalítico, el de la cultura de Seine-Oise-Marne y el oriental. El CÍrculo megalítico se divide a su vez en varios grupos como el pireico, el Languedoc, el llamado de les Grands Causses, el bretón y otros de menor importancia. Son monumentales las alineaciones de menhires de Carnac. La relación entre Bretaña y las Islas Británicas es patente. Los megalito s del CÍrculo de Seine-Oise-Marne se relacionan con los Países Bajos en dirección a Westfalia. Aunque en cierto momento Francia percibe las influencias del B. medio centroeuropeo, mantiene muy arraigado el horizonte del B. megalítico, persistiendo, a pesar de este denominador común, fuertes diferencias provinciales. Alsacia permanece al margen, hasta recibir la metalurgia con el campaniforme.
Las Islas Británicas reciben también el fenómeno megalítico, llegado desde Bretaña. Se han distinguido cinco grupos, como el de Medway, relacionado con los Países Bajos y norte de Alemania, el irlandés de las galerías cubiertas de origen bretón, el de los sepulcros de corre· dor de Cornualles, y del sudeste de Irlanda, el irlandés de Boyne y el de Severn Costwald al Oeste de Inglaterra, los cuales perduraron en Irlanda hasta la Edad del Hierro y en Inglaterra hasta el B. pleno. El megalitismo inglés levantó sepulcros y otros monumentos de alineaciones de grandes monolitos como el de Stonehenge. Coetáneo al fenómeno dolménico fue el del vaso campaniforme que invadió el suelo europeo con sus artísticas cerámicas profusamente decoradas, sus placas de arquero y la metalurgia, representada por los puñales triangulares.
3. Europa: Bronce antiguo. En sus inicios hacia el 1600 a. C. corresponde al B. propiamente dicho. En ltalia se desarrollan unas culturas que sirven de puente entre el Egeo Y Europa central. En España, el B. medio está constituido fundamental· mente por la cultura del Argar o B. II hispano. El B. medio en Inglaterra está representado en el sur por la cultura de Wessex, interferida por el megalitismo, que se caracteriza por el rito funerario de la incineración bajo túmulo y por el uso de puñales con el nervio prolongado para el enmangue y unas cerámicas con profusas decoraciones. Sus relaciones con Europa y con el Mediterráneo son claras. Las ornamentaciones de collares de oro y las lúnulas irlandesas son típicas, incluso las alabardas de bronce llegan a los CÍrculos de Europa central. Entre tanto, en Francia se desarrolla la cultura armoricana, prosiguiendo el megalitismo. En Suiza la cultura de los palafitos sigue hasta la Edad del Hierro. En Europa central la metalurgia del bronce se hace común, llegando a un gran desarrollo técnico, en que sobresale la cultura de Unetice con agujas, hachas con rebordes y aletas, brazaletes en espiral y, sobre todo, con cerámicas que imitan formas metálicas y con un rito de enterramiento individual en cistas. Esta cultura de Unetice se ha con· siderado propia del pueblo ilirio. Más hacia el O surge la cultura de Adlerberg, anterior a la de Straubing, que se extiende por los territorios del sur de Alemania y con claras afinidades con la de Marschwitz y Unetice. En todas estas culturas los objetos de bronce se multiplican formando gran variedad. La cultura de Adlerberg practica el rito de la inhumación, iniciando ya los túmulos. Al N de la cultura de Unetice se extienden la Saxoturingia y la de la cerámica de cuerdas.
4. Europa: Bronce medio y final. En el B. medio y final quedan definidos tres grandes Circulos: el ilírico, el germánico y el céltico. El circulo ilírico, cultura de Lauzitz o Lusacia, continuación de la de Unetice, se extiende desde Bohemia hasta el Oder, habiéndose dividido en seis periodos, según las técnicas cerámicas, y presentando un gran desarrollo de la metalurgia del bronce. Sus ritos funerarios originan, al parecer, la cultura de los campos de urnas que será una de las bases del Hierro europeo. El Círculo germánico, estudiado por Montelius, fue dividido en seis periodos, que se extienden desde el 1800 hasta el 600 a. C., sistematización que ha servido de base a los estudios posteriores. Este Círculo germánico se ha dividido a su vez en varios grupos que se extienden por toda la Europa Central.
El círculo llamado céltico, que ocupa el Rin, Baviera y Tirol, origina la cultura de los Túmulos, primeramente de inhumación, caracterizada por esta forma de enterramiento y por la técnica de la cerámica excisa. Esta cultura de los Túmulos, adoptando el rito de la incineración de los Campos de Urnas, desemboca en el complejo hallstáttico que recibe la metalurgia del hierro desde Italia y que la expandió a los demás círculos europeos y muy particularmente hacia el Occidente.
5. Península Ibérica. Con el B. I hispano, Oriente se define en las costas hispanas. Esta cultura del B. I se asienta en tres focos, quizá simultáneos: Almería, sudoeste y bajo Tajo, que como cabezas de puente irradian la civilización hacia el interior. Las zonas pirenaica y cantábrica adoptan también el fenómeno dolménico, mientras que el sector levantino y extensiones, influido en cierto modo, no acepta el megalitismo pero sí el enterramiento colectivo en cuevas naturales. La Meseta y el Valle del Ebro permanecen como zonas marginales. El fenómeno dolménico perduró en toda la periferia septentrional y occidental de la Península, de tal manera que fue sustituido en el nordeste por las primeras invasiones indoeuropeas con el rito de -la incineración en túmulos y campos de urnas. El poblamiento de las Baleares comienza, al parecer, en un momento del B. , con sus grandes monumentos megalíticos.
El vaso campaniforme es el distintivo de un pueblo de origen, en parte, hispano, que invadió Europa, entremezclándose con los complejos círculos del B. Sus orígenes se remontan cronológicamente al final del III milenio y geográficamente a la región del alto Guadalquivir, donde las viejas técnicas de la cerámica impresa e incisa llegan a su apogeo muy tempranamente. El pueblo del vaso campaniforme con el rito del enterramiento individual estableció relaciones comerciales, actuando desde España hasta el Vístula.
El B. II hispano impone el nuevo rito del enterrámiento individual en el interior de las casas, con tumbas en cista o en tinaja en el círculo argárico del sudeste peninsular. Fuera del sudeste, en las zonas de contacto, se adopta la cista fuera del poblado, mientras que en. el resto de la periferia peninsular, excepto en Levante, prosiguen los megalitos. Sus cerámicas imitan formas metálicas y su metalurgia usa la alabarda y el puñal con remaches. Su origen habría que buscado en el heládico medio.
El B. final y los inicios del Hierro presentan arduos problemas, como son su esencia, cronología, características regionales y el dilema atlántico-mediterráneo. El horizonte del B. final es un producto de influencias mediterráneas precoloniales que actúan profundamente desde las costas del sudeste hasta el Tajo, de complejas corrientes atlánticas por el norte y oeste de la Península, de oleadas sucesivas de pueblos indoeuropeos o indoeuropeizados a través de los Pirineos, todo ello con el rito de la incineración en campos de urnas (Cataluña y posteriormente Jalón, Henares y Cuenca) y en túmulo s (Ebro y Meseta con influencias hacia el SO), asentándose sobre sustratos del B. I ó II según las regiones y a partir de los inicios del primer milenio.
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M. PELLICER CATALÁN.