La Capitulación de la Guerra de Granada

Boabdil entrega las llaves de Granada

Textos de la época, castellano antiguo.

La capitulación. Hiciéronle observar (sus consejeros a Boabdil) que la ciudad era grande y que si los víveres que solían importarse apenas bastaban para las necesidades cómo se las habrían de ver ahora que no se importaba nada ya que las comunicaciones con la Alpujarra, de la cual llegaban comestibles y conservas. Habían quedado interrumpidas. Representáronle también el número de valientes caballeros que habían perecido. La falta de mantenimiento. La imposibilidad de labrar y sembrar y la cantidad de infantes muertos en aquellas luchas. De nuestros hermanos los musulmanes que viven en la costa de Marruecos -añadieron a continuación- ninguno viene en ayuda y socorro nuestro, a pesar de las comisiones que les hemos enviado. Mientras tanto. nuestros enemigos han levantado construcciones en las cuales habitan. para mejor atacamos. Ellos aumentan en fuerzas. nosotros en debilidad. Ellos reciben ayuda de su tierra. nosotros carecemos de toda ayuda. El invierno acaba de entrar. con ello las fuerzas enemigas acampadas quedan dispersas y debilitadas. Y hasta han suspendido las hostilidades contra nosotros. Si ahora entramos en tratos con el enemigo aceptará nuestras propuestas y accederá a todas nuestras demandas, pero, si aguardamos a que llegue la primavera, se reunirán los ejércitos bajo su mando. con lo cual, y atendida además nuestra debilidad y escasez, ya no aceptará entonces lo que de él solicitemos. Anónimo.

Selección de puntos de las capitulaciones de Granada. 25 de noviembre de 1491.

l. ... Sus Altezas ... tomarán al dicho rey Muley Baaudili e a los dichos alcaides e alcadís e alfaquíes, sabios. moftíes, alguaciles e caballeros e escuderos e comunidad, chicos e grandes, machos e hembras, e vecinos de la dicha cibdad de Granada e del dicho Albaicín e sus arrabales e villas e lugares e su tierra e de las Alpujarras e de las otras tierras que entran so este asiento e capitulación. de cualquier estado o condición que sean, por sus vasallos e súbditos e naturales, e so su amparo e seguro e defendimiento real. E les dejarán e mandarán dejar en sus casas e faciendas e bienes muebles e raices agora e en todo tiempo para siempre jamás. sin que les sea fecho mal nin daño nin desaguisado alguno contra justicia, nin les sea tomado cosa alguna de lo suyo, antes serán de Sus Altezas e de sus gentes honrados e bien tratados como servidores e vasallos suyos. Que ... para siempre dejarán vivir a [los susodichos] en su ley e no les mandarán quitar sus algimas e zumaas e almuédanos e torres de los dichos almuédanos para que llamen a sus azalaes, e dejarán e mandarán dejar a las dichas algimas sus propios e rentas como agora los tienen. E sean juzgados por su ley xaracuna con consejo de sus alcadís. segund costunbre de los moros. y les guardarán e mandarán guardar sus buenos usos e costumbres. Todas las dichas personas ... que se quisieren ir a vevir allende e a otras partes que quesieren, que puedan vender sus faciendas e bienes muebles y raices a quien quisieren e que si Sus Altezas los quisieren, que gue los den pagándolos y comprandolos por sus dineros antes que a otro. Que ... les dejen ir e pasar libre e seguramente con todas sus haciendas e mercaderías e joyas e oro e plata e otras cualesquier cosas, y que Sus Altezas a los que se quisieren pasar luego allende les manden fletar de aquí a setenta días primeros siguientes, diez navíos grandes ... para en que pasen los que luego quisieren pasar, e que los harán llevar libre e seguramente a los puertos de allende donde acostumbran desembarcar los mercaderes sus mercaderías, e que de ende en adelante por término de tres años primeros siguientes, les mandarán dar ... navíos en que pasen ... E que por el término de los dichos tres años, Sus Altezas no les mandarán llevar ni lleven por el dicho pasaje e flete de los dichos navíos derechos ni otra cosa alguna. E ... después ... una dobla por cada cabeza. B. Agora ni en tiempo alguno no hayan de apremiar ni apremien a los dichos moros ... a que traigan señales. . Hayan de entregar e den e entreguen a Sus Altezas ... todos los cativos e cativas cristianos e cristianas que tienen en su poder o en otras partes. E que si algunos ouieren tenido algún cativo o cativa que ayan vendido a allende que jurando e mostrando testigos con juramento que fagan del tal captivo vendieron antes de este asyento y que no es suyo ni está en su poder, que non sean obligados a lo dar. Ningun judío non sea recaudador nin receptor, nin tenga mando nin juridicion sobre ellos. Si debate o quistión hobiere entre los dichos moros, que sean juzgados por su ley xaracuna e por sus alcadís segund costumbre de los moros. En lo de las herencias de los dichos moros, se guarde la orden e se juzguen por sus alcadís. Las rentas de las dichas algimas e cofradías e otras cosas dadas para limosnas, e las rentas de las escuelas de abezar mochachos, queden a la gobernación de los alfaquíes e que las dichas limosnas las puedan gastar e distribuir como los dichos alfaquíes vieren que conviene e es menester. Si algun moro estoviere cativo y se fuyere a la dicha cibdad de Granada e su Albaicín e arrabales e a las otras partes del dicho asiento [de esta capitulación], que sean libres e que las justicias ni sus dueños no pueden proceder contra ellos, non seyendo negros de las islas nin canarios. No hayan de dar ni den ni paguen a Sus Altezas más derechos de aquellos que acostumbraban dar e pagar a los reyes moros. Los mercaderes de la dicha cibdad e de su Albaicín e arrabales [etc. puedan ir e venir allende a contratar sus mercaderías, salvos e seguros, e puedan andar e tratar por todas las tierras e señoríos de Sus Altezas, e que no paguen más derechos ni rodas ni castillerías de las que pagan los cristianos. Si algund cristiano o cristiana se hobieren tornado moro o mora en los tiempos pasados, ninguna persona sea osado de los amenguar nin baldonar en cosa alguna. Si algund moro toviere alguna cristiana por muger que se haya tomado mora, que no la puedan tomar cristiana sin su voluntad de ella, e que sea preguntada si quiere ser cristiana en presencia de cristianos e de moros. E que en lo de los hijos e hijas nacidos de las tomias, se guarden los términos del derecho [Variante: no sean apremiados por fuerca a se tomar cristianos]. A ningund moro nin mora non fagan fuerza a que se torne cristiano nin cristiana. Si alguna mora casada o viuda o doncella se quisiere tornar cristiana por amores, que non sea recibida hasta que sea preguntada e amonestada por los dichos términos del derecho. Los judíos naturales de Granada e del Albaicín, etc. gocen de este mismo asiento en capitulación, e que los judíos que antes eran cristianos, que tengan término de un mes para se pasar allende. Si hobiere algund debate entre cristiano o cristiana con moro o mora, que el dicho debate sea determinado seyendo presentes un alcalde cristiano e otro alcadí moro, porque ninguno non se queje de lo que fuere juzgado o determinado entre ellos. A Sus Altezas place de les facer merced de todos los cativos e cativas moros de la dicha cibdad, e Albaicín e arrabales [etc.] que están en estos reinos, libremente sin costa alguna, e sin pagar derechos de alhaquequería nin otros derechos en los puertos nin en otras partes. [plazos de entrega: cinco u ocho meses, según donde se encuentren] . Cualquier lugar de las Alpujarras hayan de entregar e entreguen a Sus Altezas todos los cativos e cativas cristianas que tienen sin que Sus Altezas les den por ellos cosa alguna.

Textos publicados en Codoin, VIII, p. 421 Y ss. M. Garrido Atienza, Las capitulaciones ... , doc. Ladero Quesada, Granada después de la conquista ... , doc. 49.

La toma de Granada

El relato de un testigo presencial bien infornado. Domingo de año nuevo vinieron al real los rehenes, en que serían cerca de seiscientos moros de los más principales, y porque al tiempo que sacaron oro en la cibdad algún escándalo sobre la entrega de Alhanbra, el rey moro lo enbió hazre saber al rey e a la reina nuestros señores, y concertó que esa noche enbiasen persona que la recibiese, porque desque los moros viesen que estavan apoderados en ella los cristianos avrían por bien de abaxar las cabecas lo que de otra manera no harían si, mucho escándalo, y aun peligro, si de día los viesen entrar por la cibdai a la recebir, y a la hora mandaron su altezas al comendador mayor de León que esa noche la fuese a tamal El qual partió del real a la media noche, con ciertos capitanes y gente de las Guardas y algunas peones: espingarderos y vallesteras y lanceros y fuera de camina, muy apartade la cibdad, lo guiaron el Muley Abencomisa. Y llegamos a la Alhanbra en amaneciendo, e fue a entrar po de aquel cabo de los Alexares. Y E Muley entró a hazer saber al rey venida del comendador mayor, E qual mandó que entrase él y toda los que con él y van. Y estúvolos esperando en un aposentamiento muy rico que se dize la torre de Cornar do se apearon el comendador mayor y algunos capitanes y caualleros de la corte que con el yvan, a le besar 1as manos, y allí entregó las llaves al comendador mayor y le demandó una carta firmada de su nombre, de cómo recebía de él para Sus Altezas en su nombre el Alhambra y está entregado de ella a toda su voluntad y acabado esto, el rey se abaxó a la cibdad y el comendador mayor anduvo por toda ella, a poner recabdo ( gente en todas las torres y puertas fuercas de ella, y se dixo luego misa en una quadra muy rica de aquel aposentamiento .. Entregada el Alhanbra, luego el comendador mayor lo hizo saber a Sus Altezas para que mandasen al conde de Tendilla, a quien se dio la tenencia del Alhanbra, que viniese a la recibir y se diese priesa en llegar él y los capitanes y gentes de las Guardas que con él venían para ello, y asy mismo la Cruz y los pendones de Santiago y real, y Sus Altezas con todas las batallas hordenadas andoviesen a se poner cerca de la cibdad, en parte do podiesen ser vistas las batallas por los moros, y Sus Altezas y todos los cristianos viesen poner los pendones y los abtos que se hazían. Y estando puestos en los lugares ya dichos Sus Altezas y todos los grandes y muchos caualleros muy ricamente ataviados, con muchas marlotas y aljubas de brocado de seda, el conde de Tendilla y el de Cifuentes y los otros capitanes de las Guardas llegaron al Alhanbra y subieron la Cruz y los pendones a una torre muy alta, do se veían muy bien, asy de la cibdad como del campo. y allí por el rey de armas se hizieron los abtos acostumbrados. [Según otro testigo: Un heraldo de armas, estando sobre la torre, se puso a gritar y publicar en voz alta e inteligible, en lengua española, las pala- bras tales y formales que se siguen: Santiago, Castilla, Granada, Granada, por los muy altos, muy poderosos señores don Fernando y doña Ysabel, rey y reyna de España, que han ganado esta zibdat de Granada y todo su reyno por fuerza de armas de los infieles moros con la ayuda de Dios y de la Virgen gloriosa su madre y del bienaventurado apóstol Santiago, y con la ayuda de nuestro muy sancto padre lnnocentio octauo, soccorro y seruicio de los grandes, prelados, caualleros, hijosdalgo, communidades de sus reynos. Y, en tanto, el rey moro con hasta ochenta o ciento de cauallo muy bien ataviados, salió a besar las manos a Sus Altezas, al qual recibieron con mucho amor y cortesía, y allí le entregaron el ynfante su hijo, que estaua en rehén desde el tiempo de su prisión. Y estando allí con ellos vinieron hasta quatrocientos captiuos, de los que estauan en el Corral, con la Cruz y solepne procesyon cantando Te Deum laudamus. Y Sus Altezas se apearon adorar la Cruz, con las mayores lágrimas y devoción del mundo, y no menos el cardenal y maestre de Santiago y duque de Cádiz y todos los otros grandes y caualleros y gentes que allí estauan, que no avía ninguno que no lloraua tan rezio de placer, dando gracias a Nuestro Señor por lo que veían, que no podían resistir las lágrimas. Y el rey y los moros que con él estauan menos podían disimular la tristeza y dolor que sentían por ver el alegría de los cristianos, y cierto tenían mucha razón, segund lo que perdie- ron, porque Granada es la más señalada y principal cosa del mundo, asy en grandeza como en fuerca y en riqueza de aposentamiento, que lo de Seuilla no es syno casa pagiza para con el Alhanbra. Y como quiera que estaua defendido que no entrasen cristianos en la cibdad, era tanta la gente de cauallo y de pie que entró que no cabían por las calles, y todos en tanto amor y amistad como sy nunca por ellos oviera pasado cosa ninguna de las pasadas. Acabados los abtos de los pendones y captiuos, el rey moro se despidió, y fueron con él hasta su posada Rodriga de Ulloa y Fernández de Aguilar. Y Sus Altezas se boluieron al real, como avían ido, con sus batallas hordenadas, con mucha gloria y plazer, tan ricamente vestidos quanto para tan glorioso día y abtos convenía, que para ello dexaron el luto todos. Crea vuestra señoría que fue el más señalado y byenaventurado día que nunca jamás en España ha avido.

Carta de Cifuentes al obispo de León, presidente de la Real Chancillería. Real de la Vega, 8 de enero de 1492. Ed. Y estudio de M. C. Pescador del Hoyo,

Cómo fue de verdad la toma de Granada, a la luz de un documento inédito», Al Andolus, XX (1955), 283-344. La ceremonia del encuentro de Boabdil con el rey y la reina.

Dice Hernando de Baeza, escriptor de aquel tiempo, que Boabdil era hombre de gran valor y ser y de gentil entendimiento, y persona que representaba lo que era, y era de edad de poco más de treinta años. Y salió en este mismo día, en una mula, con cinquenta cavalgaduras, y aunque llevaba el rostro y semblante triste, mostraba ánimo de varón. Y quando, un trecho pequeño de la ciudad, llegó al Rey Católico, que con toda la gente de guerra venía, señalándole Gonzalo Fernández cuál era el rey, sacó el un pie del estribo y con la una mano quitó el sombrero, y la otra puso en el arcón, como estaba concertado, y el rey hícole señal que no lo hiciese, Y hico el acometimiento de pedille las manos y no se las dio, y pasaron pocas palabras. El rey moro pasó adelante buen trecho atrás, donde la reyna venía traíanla en medio el príncipe don Juan, su hijo, y el cardenal Pedro González de Mendoza, y hizo con la reyna lo mismo que había hecho con el rey, y ella con el cardenal, por tercería de Hernando de Baeca. que era la lengua que él traía, le habló y consoló y le ofresció su amistad y ayuda, y él se lo agradesció mucho y le respondió que para sí ninguna cosa había en el mundo que le pudiese aprovechar, que los que le quisieren hacer bien que harto había en qué, en la señora reyna su madre y los ynfantes sus hermanos.

Francisco Medina de Mendoza, Vida del cardenal don Pedro González de Mendoza, en Memorial Histórico Español, VI, Madrid, 1853, pp. 289-290.

El rey Fernando comunica al papa la Loma de Granada Muy Sancto Padre. Vuestro muy humilde e deuoto fijo el rey de Castilla, de León, de Aragón, de Secilia, de Granada, [etc.]beso vuestros pies e sanctas manos e muy humildemente me encomiendo en vuestra Sanctidat. A la qual plega saber que plugo a Nuestro Señor darnos complida victoria del rrey e moros de Granada, enemigos de nuestra Sancta Fee Catholica, porque ay, dos dias de enero deste año de nouenta e dos, se nos ha entregado la cibdat de Granada con el Alhambra y con todas las fuercas della y con todos los castillos y fortalezas que nos quedauan por ganar deste reyno, y lo tenemos todo en nuestro poder y señorío. Fágolo saber a vuestra Sanctidat por el grand plazer que dello avrá, auiendo Nuestro Señor dado a vuestra Sanctidat tanta bienauenturanca que, después de muchos trabajos, gastos y muertes y derramamientos de sangre de nuestros súbditos e naturales, este rreyno de Granada, que sobre setecientos e ochenta años estaua ocupado por los infieles, en vuestros días y con vuestra ayuda se aya alcancado el fruto que los Pontífices passados, vuestros antecessores, tanto dessearon y ayudaron a loor de Dios, Nuestro Señor, y enxalcarniento de nuestra Saneta Sede Apostólica.

Ed. A. de la Torre, Los Reyes Católicos ... , pp. 132-133.